Cómo describir tu experiencia presente sin dejarte llevar por tu mente

Describir tu experiencia presente sin dejarte llevar por lo que tu mente quiere contar es el primer paso para poder estar bien con la vida que tenemos.

Muchas veces nos preguntan o preguntamos a alguien ¿cómo estás? ¿cómo te sientes? y no sabemos contestarlo desde una realidad vivencial.

Porque nuestra mente empieza a montarse una película sobre lo que ha pasado, llena de subjetividad, juicios, e interpretaciones.

Tampoco somos capaces de describir nuestras sensaciones corporales o nuestras emociones porque nunca nos hemos parado a observarlas.

Vamos a ver esos elementos que te ayudan a describir lo que estás viviendo y la forma de aprender a conocerlos.

 

Qué es lo que tu mente te cuenta

 

Desde pequeños nos han enseñado a valorar y hacer juicios personales de todo lo que vivimos. Y es necesario para poder vivir desde nuestras creencias y valores, no es que sea negativo. ( Si yo veo una situación que no va conmigo, prefiero retirarme y no volverla a vivir).

El problema está en extender esas valoraciones a cualquier cosa que vives.

La mente se adueña de nuestras vivencias y le busca los porqués a todo, a veces desde posturas extremas o equivocadas.

Entonces debemos tomar consciencia de ésto y diferenciar lo que realmente ha ocurrido, de lo que tu mente ha relatado desde un posible punto de vista.

Piensa un momento, cuando estás en una situación y viene alguien de fuera y te pregunta: “¿qué ha pasado?”

¿de qué forma describes lo que has vivido? (te recuerdo las distintas formas de describir algo que vimos en este artículo y que puedes releer ahora).

Casi siempre hacemos lo mismo, contarle nuestra versión de lo que ha pasado, que no siempre es objetiva.

Pues en la propia indagación de nuestra vida nos contamos nuestra realidad sin utilizar los verdaderos componentes que la integran.

 

Describir tu realidad objetiva sin que tu mente te arrastre

 

Lo que realmente describe tu experiencia presente

 

Dicho ésto te preguntarás, entonces ¿cómo hablo de mi realidad presente?

Describiendo y tomando consciencia de los componentes de nuestra experiencia: pensamientos, emociones y sensaciones.

 

Pensamientos

 

Muchas veces se repiten, o al menos son parecidos, los pensamientos que tenemos ante una situación.

Y creemos que hay que controlar y eliminar los pensamientos que nos invaden, pero eso no es así. Antes de hacer nada con ellos es importante identificarlos y tomar consciencia de lo que nos cuentan.

No es lo mismo dejarte llevar por tus pensamientos recurrentes y catastróficos que observarlos con ecuanimidad, como si fueran de otra persona, e intentar sacar de ellos todo la información que nos dice sobre nosotros.

Así que el primer paso es poner atención a los pensamientos.

Viene bien cada día tomar un momento para anotar en nuestro diario de reflexiones qué pensamientos he tenido en qué momento del día.

Al principio parece difícil, pero con entrenamiento y algunas prácticas de autoconocimiento se puede conseguir.

 

Emociones

 

En el caso de las emociones tenemos, en general, una falta de consciencia emocional que no nos permite poder describir e identificar las emociones que sentimos.

En cuanto al nivel de energía y de agrado/disfrute hay distintas emociones que no te dicen lo mismo.

Por ejemplo no es lo mismo estar agitado ante una situación que estar motivado o enfocado.

Y tampoco es lo mismo estar decepcionado que estar disgustado.

Tu cuerpo te cuenta lo que estás sintiendo y los pensamientos sobre esa sensación construyen la emoción. Por eso es importante sentarnos cada día y aprender a escuchar lo que nos cuenta el cuerpo.

 

Sensaciones

 

Nuestro cuerpo siempre nos dice cosas sobre lo que estamos viviendo.

Ante alguna situación se alteran las sensaciones corporales y te hablan de lo que a ti te influye.

Son algo muy personal. Lo que a una persona puede alterarle a otra a lo mejor no.

También son subjetivas y cada uno tenemos un umbral diferente en el que la sentimos o no.

Las sensaciones más claras son las exteroceptivas, que entran por los cinco sentidos además de la presión y la sensación térmica.

Pero también existen las sensaciones propioceptivas ( las de posición, movimiento y tensión o relajación) y las interoceptivas, como la sensación visceral de hambre, sed o saciedad, las de equilibrio, las de picor o dolor.

Si conocemos las posibles sensaciones es más fácil describir lo que sentimos.

 

Cuáles son las sensaciones corporales

 

Cómo redirigir a tu mente con mindfulness

 

Una vez conocidos los tres elementos, con el entrenamiento de atención plena en ellos podemos mejorar la forma de describir lo que estamos viviendo en nuestra experiencia, sin que intervengan comentarios, juicios o valoraciones.

Una de las primeras consecuencias de practicar mindfulness es aprender a identificar los pensamientos como elementos individuales.

En vez de empezar a formarnos un lío de pensamientos en el que tiras de un hilo y se van relacionando unos con otros y no se acaban nunca, aprendes a verlos como separados unos de otros, por lo que se hace más posible hacerle sitio en tu interior y no fusionarte con ellos.

De forma que cuando quieres contar lo que ha pasado en una situación puedes tomar distancia de ese pensamiento y reconocer que has tenido el pensamiento de…

Respecto a las sensaciones corporales el mindfulness te enseña a poner atención plena a cada zona de tu cuerpo, para conocerte y saber que cuando se sube la tensión en tus mandíbulas, por ejemplo, estás en un momento de ansiedad o de miedo.

Así puedes llegar a darte cuenta antes de que pase y disminuir la intensidad de esa emoción.

 

Conclusiones

 

Para describir una situación vivida es necesario conocer los tres elementos que la componen: pensamientos, emociones y sensaciones.

Si no, es tu mente la que crea un tren de pensamientos, opiniones y juicios sobre eso que imagina que ha pasado.

Con la práctica de mindfulness aprendemos a identificarlos y a distanciarnos de ellos para poder describir lo más objetivamente posible esa situación.

Te animo a que empieces a probarlo y nos cuentes si notas cambios.

Déjanoslo en comentarios, ¡nos encanta leerte!

Cómo dar vacaciones a tu mente este verano

Una de las mejores formas de cuidar nuestra salud mental es darle vacaciones a nuestra mente cada vez que podamos.

Y la mejor época para poder hacerlo son las vacaciones. 

 Si hay algo que tenemos durante el periodo de vacaciones es tiempo libre y poco estrés laboral. 

Te propongo aprovechar este verano y cuidar tu interior.

 

 Marcar una fecha para empezar un hábito

 

Te habrás dado cuenta que, cuando uno se propone cualquier proyecto nuevo, somos muchos más efectivos y proactivos cuando nos marcamos una fecha de entrega para ese proyecto.

 Se debe a que nuestra mente es capaz de estirar el tiempo necesario, para acabarlo, hasta el infinito.

 Pero si le ponemos una fecha tope, seremos capaces de hacerlo en ese tiempo estipulado, aunque sea escaso.

Esto se acentúa cuando es un nuevo hábito que nos cuesta integrar en nuestra rutina. Y lo pensamos, y sabemos que lo vamos a hacer, y nunca llega ese día.

Así que la cuestión es, agendarlo en el calendario, mirarlo y decirte a ti misma: “tal día empiezo a practicar el silencio y a cuidar mi salud mental”. 

Por lo que, teniendo en cuenta que siempre nos cuesta trabajo empezar un nuevo hábito y más si es algo poco habitual como nuestra mente, el verano te da la oportunidad de empezar de forma más fácil.

 

Aprovechar el ritmo más lento del verano

 

 Durante las vacaciones de verano, baja la actividad laboral y tu mente ansiosa de vivir desde el modo “hacer” no te pondrá tantas objeciones para estar en silencio y en modo “ser”.

 ¿Quién no tiene durante sus vacaciones un rato para sentarse en una cómoda hamaca para leer un rato? o ¿tumbarse en una toalla en la arena para oír el vaivén de las olas o escuchar buena música?

 Cualquiera de esos momentos son ideales para dedicarlos a enseñar a nuestra mente a quedarse en modo ser.

También para tomar consciencia de cómo estamos en ese momento y mirarse por dentro.

Esto último es importante, porque tú puedes estar tumbado en una toalla, sin hacer nada, pero tu mente saltando como un mono de rama en rama entre pensamientos, recuerdos o emociones.

 Y lo importante, para poder mirarse por dentro, es tomar conciencia de todo eso que está pasando en tu interior. Te ayuda a replantearte muchas cosas, tus porqués y tus para qués.

 

Mindfulness en verano

 

Qué actividades ayudan a dar vacaciones a tu mente

 

Son muchas las actividades que te permiten conocerte, estar en modo ser y vivir, con atención plena, tu presente.


 Una de ellas, simple y además la base de Mindfulness, es la observación con atención plena de tu realidad presente.

 Observar no es lo mismo que mirar. Muchas veces miramos muchas cosas alrededor y no vemos casi nada de lo que está pasando. Seguramente, porque tenemos la mente en otros pensamientos del pasado o del futuro.

Para observar con atención plena es importante dejar a tu mente en vacaciones, y tener la intención de captar lo que esté pasando en este momento. Para ello son necesarias una serie de elementos presentes en esa observación, que concuerdan con las actitudes de mindfulness

Hay miles de momentos durante las vacaciones para ponerlo en práctica: observar un atardecer que cae en la playa, unos pájaros pescando en el mar, unos niños que juegan con la arena.


Otra actividad muy recomendable es aprovechar un paseo en la naturaleza  para practicar la meditación caminando. Es una forma de estar con toda tu atención en los elementos de tu caminar, por ejemplo tus pisadas, la presión de tu cuerpo en el suelo, y de la naturaleza que te rodea, los árboles, las flores, el agua, si la hay, el viento. 

Con la mente en vacaciones, sólo absorbiendo todo lo que tienes a tu alrededor. 


Otra forma de descanso para tu mente es hacer una escapada en solitario a espacios de arte. Exposiciones, tiendas de antigüedades, cualquier rincón que encuentres en el que hay una obra de arte que admirar…

Siguiendo a la gran Julia Cameron en El camino del Artista, es una de las actividades que propone para fomentar nuestra creatividad interior. Y también yo la propongo como ayuda a volver a tu mente al modo “ser”.


Y por supuesto la mejor actividad que te puedo recomendar es iniciar la práctica de la meditación con atención plena. Para ello en las próximas semanas te ofreceré un reto gratuito para romper el hielo y darte cuenta que es tremendamente sencillo empezar.

El reto Iniciar Mindfulness en 5 días consiste en seguir unas meditaciones guiadas en audio, a través de mi canal de telegram, con unas indicaciones sencillas por email. Así que te tendré informad@ en cuanto esté listo.

 

Conclusiones

 

Aunque ya sabemos que cuidarnos emocional y mentalmente debe ser prioritario y básico como el resto de cuidados físicos, no damos el primer paso y lo vamos dejando para más adelante.

Son muchas las razones que hay para bajar un poco el ritmo de vida, sentarte unos minutos cada día, en silencio y dedicarte tiempo a ti y a tu interior.

Por eso es bueno aprovechar este verano y, durante tus vacaciones, coger la rutina.

¡Vivamos el verano con atención plena y disfrutemos de la familia y amigos con atención plena

 y pasemos muchos ratos en modo “ser” y vacaciones mentales!

¿Te animas a intentarlo? ¿Cuál actividad crees que te será más fácil seguir?

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Lo que nos aporta la espiritualidad al bienestar

A veces nos creemos que hay que hacer cosas extraordinarias para enfrentarnos a lo que nos toque vivir de la mejor forma posible, y no nos damos cuenta que algo tan sencillo como dedicarle unos minutos cada día a la espiritualidad le aporta mucho a nuestro bienestar.

 

La relación tradicional entre la ciencia y la religión

Me viene a la cabeza mis primeros años de la carrera de Psicología. Al ver tanta dualidad entre la ciencia y la fe o religión me aparecieron muchas contradicciones interiores.

Yo que me había criado y formado en la fe religiosa y en tener como apoyo emocional interior a un Ser maravilloso que me amaba sobre todas las cosas, y que me cogía de la mano en los momentos difíciles de mi vida, me había metido en una carrera universitaria en la que se luchaba por contrastar científicamente todo. Y claro, la fe religiosa tenía muchísimas cualidades, pero de rigor científico cero.

Eso era hace treinta años. Pero resulta que a lo largo de todos estos años hay distintas investigaciones que han podido comprobar que darle un sentido religioso, de fe, a tu vida hace mucho bien a las personas. ( leer más aquí)

También ocurre que en los últimos años se ha hecho más habitual encontrar personas que meditan a través de distintas prácticas. Y ya no es tan raro considerar que las creencias espirituales, que hablan del alma interior y de una dimensión grandiosa del ser humano, dan mucho sentido a la vida.

 

Qué es la espiritualidad

 

En estos días he leído el libro La dicha de ser, de Enrique Martinez Lozano, psicoterapeuta, sociólogo y teólogo. Una maravilla de zamarreón a nuestra vida espiritual que a veces olvidamos.

Ya lo comentaré en otra ocasión porque hay grandes ideas en ese libro. Pero de las mejores cosas que enseña es que vivir con atención plena, lo que sea que estés viviendo, es la mejor forma de relacionarte con los demás. Y este es uno de los grandes conflictos de nuestro bienestar: las relaciones. 

 


“Pensar, separa; atender, une”

Enrique Martínez Lozano


 

Si tengo que definir que es la espiritualidad, además de lo que dice la wikipedia como disposición  que posee quien tiende a investigar y desarrollar las características de su espíritu, me quedo con la intención de vivir dándole un sentido al porqué de tu vida y buscando las dimensiones interiores que todos poseemos como sabiduría, creatividad, compasión, confianza, serenidad y alegría. Le podemos llamar Espíritu a todo eso.

Seguramente aunque no seas una persona muy espiritual, en cualquier momento de tu vida te has sentado y te has preguntado por distintos aspectos de tu vida personales, a los que les podemos llamar espirituales. Es una dimensión humana que nos hace especiales.

Incluso la persona que menos creas que pueda tener algunas de estas características espirituales, esconde en su interior de una u otra manera, la predisposición a poseerlas. A veces solo hay que darle la posibilidad de desarrollarla, de poder quitar capas de traumas o sufrimiento o malas conductas, que le impiden ver esa dimensión especial que tenemos los humanos.

 

Libro La dicha de ser

 

 

Los beneficios de vivir tu espiritualidad

 

Como he comentado, los estudios de Psicología eran reacios, hace muchos años, a esta parte espiritual, no contrastada de la persona. Pero a la vez la Psicología está muy ligada a la espiritualidad de una persona, a conocer su interior y destapar las cualidades bloqueadas o reprimidas.

Así fueron apareciendo investigadores que quisieron contrastarlo y en 2009, Harolg G Koenig, doctor en Psiquiatría, realizó estudios en los que se reconocieron los beneficios de la espiritualidad en la salud mental.

Otro profesor del Centro Médico de la Universidad de Duke,  recogió que la espiritualidad está relacionada con menos depresión, suicidios, ansiedad, abuso de sustancias y mejores capacidades para lidiar con emociones  ( puedes profundizar sobre sus análisis en este artículo )

Además de todo esto, le sumamos el descubrimiento por parte del mundo occidental de la práctica de la meditación en las últimas décadas.  Y respecto a los beneficios de la meditación Mindfulness, podrás comprobar que sí hay ya mucha evidencia científica de la influencia positiva en distintas áreas de la salud.

 

Lo que nos aporta la espiritualidad al bienestar

Cómo desarrollar la espiritualidad

 

Y para desarrollar la espiritualidad solo es necesario el silencio y el recogimiento, ambas necesarias también para hacer oración. No cabe duda que la oración es una forma de desarrollar la espiritualidad.

Así que si eres una persona religiosa y practicas la oración habitualmente ya estás desarrollando tu vida espiritual y no hay nada que añadir. Ya que en la oración, sea cual sea el Dios al que le reces, ese Ser es el que nos ayuda a llegar a nuestro interior y trabajar para sacar las mejores cualidades de cada uno.

Sea cual sea la forma de espiritualidad que vivas, la mejor forma de desarrollarla es tomarla como un hábito. Incluso siendo una persona religiosa sabrás que no sirve igual un momento de oración cada día que rezar de higos a brevas, o cuando te van mal las cosas.;)

Otra forma de vivir tu espiritualidad es  con la práctica de la meditación.

La meditación se nutre de las mismas necesidades que la oración: parar, buscar un entorno de silencio, y dedicarte unos minutos a tu interior.

Así que si le dedicas cada día una parte de tu tiempo a tu interior, consigues sacar de dentro muchas cualidades humanas que nos hacen engrandecer nuestra vida.

Dejar a la mente un rato al día en “servicios mínimos” te da la posibilidad de llegar al fondo de ti. El hecho de estar con la mente en modo “ser” te permite ser consciente de las señales que te da tu cuerpo sobre tu experiencia de vida. En vez de dejarlas a la interpretación subjetiva de tu mente.

Y no nos olvidemos que tu cuerpo es el que te dice la verdad de lo que vives. 

Conclusión

 

Aunque durante años se les dio poca importancia, la vida espiritual y la oración hacen mucho bien al ser humano.

Dedicar cada día unos minutos en conocernos, saber lo que nos mueve en la vida.

Descubrir y destapar cualidades personales que, por darle mucha autoridad a nuestra mente, que no para de rumiar, apenas sabemos que tenemos, es uno de los mayores beneficios de vivir con espiritualidad.

Tomarlo como un hábito, dedicarle unos minutos de nuestro tiempo de descanso cada día, te hará llegar a la noche con más plenitud en tu vida.

Hay distintas formas de practicar la espiritualidad, ya sea la oración hacia un Ser al que adores o unos minutos de cualquier tipo de práctica de meditación con tu interior.

Te animo a que lo incluyas en tus rutinas de cuidado personal.

¿Practicas algún tipo de espiritualidad? 

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Cómo cambiar tu impresión mental diaria ante una situación de dolor. Plantilla descargable

Para cambiar tu impresión mental ante un sufrimiento es importante identificar las causas que llevan a tu mente a pensar de esa manera.

Una situación de dolor la podemos convertir en sufrimiento, si lo multiplicamos a través de las historias que mentalmente nos contamos sobre ella, como ya vimos en esta entrada ( leer aquí) .

Hoy te propongo trabajar juntos en identificar todo lo que te hace sufrir, como primer paso para poder aceptarlo y descubrir que, a veces, es una confusión mental lo que nos impide manejarlo de la mejor manera posible.

Para ello te dejo el enlace a una plantilla de autoconocimiento de tu situación de dolor, para identificar lo que ocurre en ti a todos los niveles.

 

Identificar tu dolor

 

Uno de los mayores beneficios de practicar mindfulness es permitirnos ver más claramente la naturaleza de nuestro dolor, y descubrir que yo no soy mi dolor. Pero vamos paso a paso.

Puedes descargarte la plantilla de autoconocimiento que he creado, para que te sea más sencillo identificar tu situación.

Podrás usarla las veces que necesites, en tus reflexiones diarias, en un momento en que sientas que el estrés te supera, o para revisar tu semana si lo prefieres. Solo tienes que pinchar en el enlace o en la foto siguiente y después la puedes imprimir o usarla como guía

 

Plantilla identificar tu dolor
Descarga aquí

 

Como ves, son preguntas claras y concretas en las que vas a poder saber lo que te preocupa, lo que te bloquea, y empezar a dar pasos para relacionarte de la mejor forma con todo ello.

En toda situación de dolor, ya sea físico por alguna enfermedad o dolor persistente en tu cuerpo, o emocional, por una pérdida o separación, nos vemos invadidos por pensamientos, emociones y sensaciones que acompañan inevitablemente ese dolor.

Pero tenemos la posibilidad de llevarlos a un nivel menos intenso o incluso a casi inexistente, si somos capaces de trabajarlos bien.

Así que puedes coger la plantilla y describir tu situación dolorosa. Mientras más detalles pongas y más lo describas, mejor. Esto no implica querer desprendernos de ella, sino saber qué es lo que estás experimentando.

Ahora dedica unos minutos a traer a tu mente todos los pensamientos que se derivan de tu situación, ya sean negativos, consistentes o esporádicos, todo lo que haya pasado por tu cabeza.

Lo siguiente es pensar en tus emociones. Para ello te puede servir ayudarte de los pensamientos que sueles tener, ¿vienen derivados de alguna emoción? o ¿ son las emociones las que te provocan esos pensamientos? Siempre están muy relacionados.

Si aprendes a conocer a la ira, o al miedo, o a la tristeza, puedes darte cuenta también que tú eres quién está observando a tus emociones. O sea, que tú no eres tu emoción. Esa consciencia propia ya es un paso más para aceptar las emociones que aparezcan

Quiero también que pienses en tus sensaciones corporales, ya sean de dolor, de alteración ante las emociones o ante pensamientos. Pueden ser sudoración, cambios en la temperatura corporal, alteración en tu presión o tensión, rigidez muscular. Trae ese dolor al presente y abre todo lo que pasa en ti.

 

Abrir tus sentidos a lo que pasa más allá de tu dolor

 

Una vez que tienes todo esto detallado, me gustaría que tuvieras una primera impresión de tu mente. ¿Qué te dice tu mente de tu situación?

Puede ser que ahora mismo después de identificar todo lo que te ocurre sientas que tu vida no es lo que te gustaría, que todo es negativo, que estás sufriendo demasiado.

Vale, ahora vamos a intentar sumarle a todo ese dolor otras cosas menos dolorosas. Para ello tenemos que abrir nuestros sentidos a otros estímulos y prestarle atención al resto de momentos en los que, aunque no lo creas ahora mismo, no existe dolor.

Tómalo como un recipiente que vamos a ir llenando de momentos de tu vida. Ahora mismo sólo están los dolorosos, los difíciles, los que no te gustan. Pero ¿qué pasa si vamos añadiendo otros que pueden ser positivos, o al menos neutros, que no influyen ni para bien ni para mal en tu dolor?

Pues aunque no te lo creas, que tu impresión mental diaria cambia. Tu relación con lo que ocurre en tu mente también puede cambiar. Y como ves, es posible entrenar a nuestra mente para que ésto ocurra.

Aquí toma un gran papel la gratitud, porque es la que nos va a ayudar en el proceso.

 

La gratitud como herramienta ante un sufrimiento

 

Incorporar la gratitud en tu vida diaria

 

Como he anticipado, es la gratitud la herramienta o uno de los valores que nos hacen tener una impresión distinta de nuestro sufrimiento.

Al ser conscientes de que, a pesar de nuestro dolor, tenemos cosas cada día por las que agradecer, es más fácil guiar a nuestra mente hacia otra visión.

Así que seguimos con la plantilla y vas a enumerar 4 o 5 momentos agradables del mismo día en el que ocurre tu sufrimiento. Da igual lo que sea, lo importante es que puedas servirte de él para la gratitud.

Te doy ejemplos, un café calentito en el desayuno, una canción que ha sonado y te ha hecho sonreir, una ducha agradable, un paseo mañanero, un resultado exitoso en tu trabajo, una charla con alguien querido, … Así podría seguir hasta llegar a una cama calentita donde dormir.  

Ahora elige uno de ellos y vamos a utilizarlo como tu segundo momento de reflexión, con atención plena.

Tráelo a tu mente, revive todo lo que puedas ese momento y saca todas las sensaciones corporales que te ha provocado. Es decir exprímelo lo que puedas.

Ahora vamos a ver si ha cambiado algo tu impresión mental diaria, ¿es igual que la que rellenaste en la plantilla anteriormente o no?

Este ejercicio, de atención plena a tu sufrimiento, sirve para hacer más evidente lo que tú sabes pero tu mente te quiere hacer ignorar, que los momentos de sufrimiento no son continuos. Además, que entre ellos se pueden ir sumando pequeños micro momentos más llevaderos o incluso agradables.

Puedes hacerlo cada vez que lo necesites.

 

Conclusión

 

Como puedes ver, nuestra mente etiqueta y prejuzga nuestra vida de una forma distinta a lo que realmente vivimos.

Está en nosotros querer guiar a nuestra mente hacia la verdadera realidad que vivimos.

Incluso en etapas de sufrimiento podemos encontrar pequeñas cosas por las que merece la pena un ratito de disfrute o no dolor.

Hagamos este ejercicio de Mindfulness, para entrenar a nuestra mente y seamos capaces de ver la vida realmente cómo es.

Te animo a que la utilices y nos cuentes tus resultados, ¿te ha sido útil?

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Pequeños hábitos que producen grandes cambios

Aunque te parezca difícil de creer, los grandes cambios en una persona se producen al incluir en su vida pequeños hábitos.

La mayor motivación para mantener y reforzar hábitos no son los resultados que provocan en sí, sino la nueva identidad que se forma en ti.

Esta nueva forma de ser, alineada con tus valores y principios, es lo que alimenta a las pequeñas acciones y tareas que das cada día, las cuales a su vez, te demuestran que eres esa persona nueva que quieres ser.

Vamos a verlo más despacito.

 

El error de pensar en los resultados

 

Esta semana he vuelto a releer el libro Hábitos atómicos de James Clear que tantos millones de personas han leído ya, y tantas mentes ha cambiado.

Como su título indica, el libro habla sobre pequeños cambios en tu vida que dan grandes resultados. La idea central es esa, cambiar la mentalidad que está detrás de ese nuevo hábito.

Si quieres introducir en tu vida un hábito nuevo, por ejemplo relacionado con la vida sana, necesitas una buena motivación para hacerlo.

Si la motivación se centra en los resultados que vas a conseguir, probablemente ésta no sea lo suficientemente fuerte como para mantener el nuevo hábito en tu vida, más allá de los primeros momentos.

 


“Los ganadores y los perdedores comparten las mismas metas”

James Clear, en Hábitos atómicos

 


 

Por ejemplo, si yo empiezo a cuidar mi dieta para bajar 5 kilos de peso, sin tener en cuenta nada más, durante los primeros días me voy convenciendo a mí misma de que si bajo 4 k en vez de 5 no pasa nada. Y a la semana siguiente, pienso lo mismo con un objetivo de bajar 3 k, y al cabo del mes, si he perdido 2k y medio, me quedo tan contenta y dejo de cuidar la dieta.

O pasa lo mismo con los corredores. Si me pongo una meta de unos km a la semana, sólo pensando en ello, puede ser que a las pocas semanas vaya bajando el número de km que voy a correr hasta lo mínimo y puede que se me vaya olvidando la primera motivación que tuve.

Seguramente, mi mente tiene un pensamiento de intentar hacer  o de probar a conseguir y eso no tiene mucha fuerza frente a la pereza o los obstáculos que nos ponemos para lograr nuevos hábitos.

Sin embargo, cuando nuestra motivación está basada en una nueva identidad la cosa cambia.

La importancia de tus valores y principios

 

Para poder cambiar un hábito, o incluir uno nuevo en tu vida, es importante cambiar antes las creencias internas de cada uno.

Cuando tú empiezas a tener conductas nuevas, que son incongruentes con tu yo y con tu forma de pensar, probablemente éstas no van a ser duraderas.

Como hemos visto antes, basarte en una motivación extrínseca, como puedan ser los resultados de tu nueva conducta, no es comparable a tener una motivación intrínseca, que se base en tus valores y tus principios. Que es lo que provoca el cambio en tu identidad.

 


 

Los valores y principios son la brújula que te guían hacia la persona que quieres ser

 


 

Sin embargo, si seguimos con el ejemplo de cuidar tu dieta, si la motivación viene de tu necesidad de ser una persona que se cuida la alimentación, independientemente de los resultados que consigas, tienes mayor probabilidad de mantener ese hábito, por más tiempo, debido a tus nuevos valores.

Es por ello, que antes de empezar a cambiar hábitos o incluir algunos nuevos en tu vida, necesitas tener claro qué tipo de persona quieres ser, cuál es tu identidad en este momento de tu vida. 

Y no sirve aquello de “es que yo lo he hecho así toda la vida, ahora ya para qué voy a cambiarlo”. Se pueden cambiar los valores y las creencias hasta el día que nos muramos.

Puede ser que lo que antes no le dábamos importancia, ahora pase a formar parte de tus prioridades de vida. Y a eso es a lo que nos tenemos que dirigir cuando quieras conocerte con honestidad. ¿Qué es lo que hoy en día me importa y me hace feliz como persona? ¿En qué persona me quiero convertir?  

 

Conseguir grandes cambios

Pasos para instaurar un gran cambio en tu vida

 

Una vez que ya tenemos claro que la mentalidad es lo que más te ayudará a conseguir pequeños cambios, parece difícil pero son sólo dos pasos los que van a hacer que lo logres:

 

1.Decidir qué tipo de persona quieres ser

 

Sea cual sea tu momento de vida o tu circunstancia presente puedes dedicarte un tiempo antes de cambiar nada a reflexionar sobre ti.

El autoconocimiento es fundamental porque es lo que te hará vivir siendo más feliz, cuando lo haces según tus valores, o por el contrario hacer que te vayas a la cama todos los días con la frustración de no tener la vida que te gustaría.

Y no me refiero a cambiarla, que ya hemos visto que no es necesario, si no a tomar acción para tener siempre como brújula tus referentes de vida.

 

2.Demostrártelo mediante pequeñas victorias continuas

 

Hay una expresión que dice que una persona es el resultado de lo que hace cada día. (Puedes leer en el link anterior una publicación extensa del blog sobre el paso a paso para cambiar hábitos) Y no hay frase más cierta.

Por ejemplo, de nada sirve que vayas contándole a todo el mundo que lo más importante en tu vida es ser generoso, cuando todo el mundo ve tus conductas egoístas cada día.

O con el tema de la dieta, que vayas diciendo que a ti te encanta comer sano cuando te hartas de patatas fritas y bollería a diario.

Así, siguiendo esa mentalidad nueva, alineada a la persona que quieres ser y vas dando pequeños pasos que lo demuestren, se va creando un circuito de retroalimentación en tu cerebro.

Este es el que estabiliza los nuevos hábitos y te motivan a continuar con ellos más tiempo y con menos esfuerzo.

 

Pequeños hábitos que producen grandes cambios

 

Conclusión

 

¿Por qué te cuento todo esto de los hábitos?

Porque oigo muchas veces la famosa excusa de no cambiar hábitos o de no incluir nuevos por no tener tiempo o por no creer que podemos cambiar. 

Y esto no va de tener tiempo, va de mentalidad y de prioridades. Va de una recompensa intrínseca a tu misión de vida, y de ir demostrándotelo a ti mism@ cada día, a nadie más.

Porque me gustaría que cambiaras la mentalidad, antes de intentar ser una persona que vive su presente con atención plena.

Que sea la que sea tu situación, tu elijas cómo la vas a vivir, alineada a tus valores y yéndote a la cama con la satisfacción de haber puesto todo de tu parte.

Todo esto lo puedes conseguir con la práctica de Mindfulness. Al practicar Mindfulness día a día, te vas convirtiendo en una persona que vive de una forma distinta su presente. 

Si te animas a probarlo está atent@ al blog, que te iré proponiendo cómo 😉 

Las 7 actitudes Mindfulness ante una enfermedad, cambiar el modo de ver mi vida

Las 7 actitudes que propone la práctica Mindfulness te ayudan a observar de una forma nueva cualquier situación cotidiana pero, si es una enfermedad de lo que hablamos, mucho más.

Siguiendo la idea de la anterior publicación sobre no querer cambiar nuestra vida, sino mirarla desde otros prismas, para observar con atención plena, la realidad que estés viviendo, necesitamos entrenar algunas actitudes concretas ante este presente.

Y a eso es a lo que nos lleva la práctica de mindfulness.

 

Las 7 actitudes mindfulness

Según los expertos y maestros que iniciaron con la práctica de Mindfulness hace muchos años, como Jon Kabat-Zinn , las actitudes que se requieren y a la vez se fomentan desde este tipo de meditación son 7, aunque hay autores que amplían la lista y le han añadido en los últimos tiempos la gratitud y generosidad como 2 actitudes más.

Estas son:

Mente principiante

Como indica su nombre, la base de vivir en modo mindful es esta: ver cada situación como algo nuevo que no hemos vivido todavía y por lo tanto no sabemos nada de ella. Como principiantes.

En esta publicación del blog ya te hablé extendidamente sobre la mente de principiante y te puse algún ejemplo cotidiano de lo contrario que hace nuestra mente cada día, poner etiqueta a todo lo que vivimos, sin dar oportunidad a que el presente sea distinto a cualquier situación pasada. Pues ante una enfermedad o un diagnóstico complicado, la actitud de principiante te ahorrará mucho sufrimiento.

Imagina estas dos situaciones:

  1. Situación 1. Día 1 de tu proceso de enfermedad: Tu médico te está transmitiendo tu diagnóstico, que en este caso es complicado, pero la realidad es que todavía no ha cambiado nada en tu vida. En seguida empieza tu mente a traer al presente, como si lo estuvieras viviendo tú, todo lo que le ha pasado a personas conocidas tuyas o la información que tienes a través de otros medios. Así que de lo que te está contando tu médico hay cosas que ni te enteras, porque ya lo has leído, oído o visto antes. Eres un “experto” en ese tema y crees firmemente que ya tienes conocimiento sobre todo lo que te va a pasar. Lo cual, conociendo a nuestra mente catastrofista, será lo peor que te imagines.
  2. Situación 2. Día 1 de tu proceso: Tu médico te está transmitiendo tu diagnóstico, el cual no es nada agradable y no te lo esperabas. Paras, respiras, tienes sensaciones desagradables y alteradas en el cuerpo, por supuesto. Pero pones toda tu atención en lo que te está contando tu médico como una novata en este tema. Además, si lo escuchas bien, tu médico te contará que cada enfermedad es distinta en cada paciente. Que no existen enfermedades, sino enfermos. Así que guiando a tu mente a todo lo que pueda aportar a este momento, en vez de estorbarlo, con tu mente de principiante te pones en manos de los que saben y eres capaz de confiar.

Eso sirve para cualquier situación de tu proceso de enfermedad. No te sientas “experto” de nada. Todo es nuevo, y como tal aceptarlo sin creer que ya sabes lo que te va a pasar es fundamental para tu serenidad.

 No juicio

En nuestra vida diaria estamos muy habituados a juzgar cada situación, cada respuesta, cada intervención de alguien cercano, y no sólo eso sino catalogarlo como positivo o negativo, correcto o incorrecto, bueno o malo.

Es inevitable dejar de hacerlo y en una situación de enfermedad más. Ahora estamos más sensibles a catalogar cualquier cosa que nos pasa tiñéndola con el filtro de tu enfermedad, de esa forma, le sueles dar más etiquetas de malo y negativo a lo que te pase.

La práctica de Mindfulness te ayuda a hacerlo consciente e incluso a abrir tu juicio sin enfocarlo en lo negativo. Cada vez que hacemos juicio de algo y somos capaces de reconocerlo e intentar suavizarlo, ya estamos teniendo una actitud más objetiva de lo que vivimos.

Eso se relaciona con la mente de principiante. Si yo trato algo desde el modo novato, es más probable que lo juzgue menos intensamente.

Te pongo un ejemplo: Si hoy tienes mal cuerpo debido al tratamiento de ayer, pensar, antes del tratamiento, que hoy vas a volver a tener mal cuerpo cuando acabe, no es la realidad. No lo sabes aún. Todavía no lo estás viviendo así que no lo juzgues.

Reconocimiento o aceptación

Relacionado con lo anterior, aceptar los momentos tal cual son, en el proceso de tu enfermedad es necesario para ti. No evitarlos ni luchar contra ellos, hará que tu mente esté más tiempo ocupada en otras cosas más productivas, que en rumiar sobre el daño que te están haciendo los tratamientos y sus porqués.

Sin darnos cuenta hablamos en la sociedad de la lucha de los enfermos contra su enfermedad. Yo difiero un poco en ese verbo luchar, ya que implica agresividad y estado de amenaza en tu mente. Me siento más alineada con aceptar. Me suena con la acción de poner de tu parte lo necesario para salir de este proceso. Y me gusta más ese término.

 

Aceptación ante una enfermedad

Dejar ir

Esta actitud me parece fundamental en esta situación concreta. Se refiere a dar permiso a que se aleje algo de nuestra vida que nos está entorpeciendo. Cuando tenemos una idea, pensamiento o emoción recurrente sobre la realidad que estamos viviendo nos volvemos obsesivos con ello y no damos opción a dejarlo ir.

Así que el mindfulness te ayuda a seleccionar aquello que no te aporta nada a tu momento presente, sea un pensamiento o una emoción. Cada vez que venga a tu mente, puedes ser consciente de ello y lo dejas ir.

No intervención

Relacionado con la aceptación está la actitud de no querer intervenir en todo lo que nos rodea. Eso nos provoca una necesidad de control y en este momento de tu vida hay muchas cosas que no dependen de ti. Y aquellas que te producen dolor son las primeras.

Entonces mejor no intentar controlar todas las situaciones y abrirte a lo que vaya pasando ¿verdad? Te quitará una ansiedad innecesaria de tu mente.

Paciencia

Qué importante es la paciencia en la vida. Pero en esta situación más. No quieras correr. Todo lleva su tiempo y cada cosa va a su ritmo.

Cuando te entre la necesidad de adelantar todo el proceso, suelta el control, acuérdate de la no intervención y deja que cada cosa vaya a su ritmo. Los profesionales sanitarios saben, mejor que nadie, ese ritmo que necesita tu cuerpo para su cura.

Yo personalmente pequé de impaciente al principio. Me agarré al número de sesiones que iba a tener de cada terapia y los transformé en días naturales. ¡Ja! Hay mil razones por las que cada cosa va a su ritmo. No tengas prisa.

Confianza

Buf, esta actitud también es de las más importantes. Si no confías desde el principio en ti, en tus fortalezas, en tus médicos, en los avances y en nuestro sistema sanitario te será difícil afrontar este proceso.

Todas las actitudes están relacionadas pero ésta en concreto es la que lleva de la mano a todas las demás. Independientemente del final del proceso y de su resultado, hemos visto mucha gente que incluso en un estado difícil de superar no han perdido la confianza. Y han vivido su proceso de otra manera.

Así que es fundamental entrenar la confianza. No se trata de vivir una vida que no es. Se trata más bien de dejar de lado todas las ideas que bloquean esa confianza. Y de dar por hecho que tus médicos van a hacer todo lo que esté en sus manos por tu cura. Y tú también. No hay más.

 

Cambiar tu forma de actuar ante una enfermedad a través de Mindfulness

La gratitud y generosidad como actitudes añadidas

Estas dos actitudes se han añadido con el tiempo como necesarias ante la práctica de mindfulness. Porque no cabe duda que aportan mucho en ella.

La gratitud te ayuda a buscar pequeñas oportunidades de sentirte bien, de ser optimista, de ver el lado bueno de las cosas, y dar gracias por ello. Sí, incluso cuando estés en plena enfermedad. Ya he comentado en otras ocasiones que no podemos tratar el día entero según el filtro de los momentos de dolor. Siempre hay pequeños momentos de no sufrimiento o dolor.

Así que agarrarnos a ellos en tus momentos de reflexión te será muy beneficioso.

La generosidad va de la mano de la gratitud. En el momento que eres capaz de apreciar esas pequeñas gotas de bienestar en tu proceso, seguro que encuentras alguna ocasión de ser amable con alguien de tu alrededor. Y generoso en dar tu mejor actitud a los que te quieren y te cuidan.

 

Conclusión

Como ves todas las actitudes para la práctica de mindfulness serán beneficiosas para ti en cualquier momento pero en éste en concreto más.

Consiste en ir aceptando cómo van surgiendo las cosas sin predecir ningún resultado con juicios o etiquetas de valor.

Tener paciencia y mucha confianza en los medios que tienes, sin intentar intervenir para correr más de la cuenta y dejando ir aquello que no te aporta nada en este momento.

Todo ello buscando la gratitud y la generosidad en pequeños, aunque sea minúsculos, momentos de cada día.

¿Que te parece la idea de trabajar cada día estas actitudes? ¿Te resultan difíciles?

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¿Por qué quieres cambiar tu vida para ser feliz?

 

¿Te has preguntado alguna vez por qué quieres cambiar tu vida para ser feliz?

Tanto nos lo han metido en la cabeza que vivimos con esa premisa.

A lo mejor eres de los pocos que tienen claro que no hay que cambiar nuestra vida para ser feliz. Y sí la forma en la que la vivimos. Si es así enhorabuena, porque has visto claro que no se trata de eso.

Pero si sigues pensando en poder cambiar tu vida para ser feliz voy a intentar que cambies de opinión. Espero que sí.

 

Las preguntas erróneas de felicidad

 

Por curiosidad he metido esas palabras claves en google y me salen miles de resultados para responder a <como cambiar mi vida para ser feliz, <como cambiar tu vida en 30 días, <como cambiar mi vida de una vez por todas.

Increíble ¿verdad?, cómo nos venden la moto de que cuando cambiemos la vida es cuando seremos felices. El problema es que esa pretensión es siempre futura. Y no nos damos cuenta.

Da igual lo que tengas o como vivas tu vida, lo normal es que todo el mundo siempre sienta que necesita algo más para ser feliz.

Eso puede servir en un entorno social que no cubra tus necesidades de vida. Entonces lo aplaudo y lo defiendo.

Pero gracias a Dios no estamos en esa situación.

Entonces, ¿qué nos hace pensar que nuestra vida es equivocada o que carece de algo?

¿Quién nos ha metido en la cabeza que alguien puede ser feliz soñando una vida que no es la suya?

¿Hasta cuándo nos vamos a creer el cuento de que seremos felices cuando tengamos una varita mágica que nos consiga cosas para nosotros?

Todas estas preguntas son las que puedes contestar para ti, en tu momento de reflexión diaria.

 

¿Te estás haciendo la pregunta adecuada?

 

La clave para tener respuestas

 

Esas respuestas, y la forma en que las irás adaptando y aceptando, serán la clave para tu despertar.

Tu despertar a vivir tu vida, la que sea que tienes porque te ha tocado o porque la has elegido, de la forma más feliz posible

Cambiar la pregunta

y así preguntarte mejor:

¿qué puedo hacer yo hoy en mi vida para ser feliz?

No hay más, es lo único que nos sirve y hasta que no nos demos cuenta seguiremos entrando en google o preguntando por todos lados, cómo puedo cambiar mi vida.

Para concretar un poco más la pregunta podemos decir: En mi vida, que es la que es, ¿qué cosas me ayudan a ser feliz y cuáles me lo impiden?

O, de mi vida diaria ¿cuáles son los aspectos a los que ponerle mi atención? para que cambie así la forma de relacionarme con mi realidad.

Todos tenemos libertad para aceptar o no lo que vivimos.

Aunque sean problemas. No sirve de nada vivir luchando contra los problemas. O los aceptas y los intentas utilizar para sacar tus recursos personales para salir de ellos, o seguirás esperando que se acaben para ser feliz.

Igual en las relaciones difíciles. Tú tienes la sabiduría para elegir si vale la pena luchar por esa relación aunque sea difícil, o no. 

En esa libertad es donde tú tienes que decidir si te hará feliz tu presente o no. 

 

La ayuda del Mindfulness

 

A todo eso es a lo que te ayuda el Mindfulness, a parar y darte cuenta que tu vida está aquí.

En tu casa, con tu familia, con tus amigos, en las actividades que eliges y en las que te has “obligado” a hacer. (En este último punto hay mucho que rascar, ya que suelen ser las culpables de mucha infelicidad, lo veremos en otro momento porque daría para un artículo entero)

Por eso tus ratos de reflexión, de meditación y de escritura son fundamentales. Pero luego hay que irlo integrando en tu vida.

Vivir con coherencia a lo que te hace feliz es mejor que estar pensando siempre en cambiar tu vida para ser feliz. 

Muchas veces la diferencia está en matices que no vemos.

 

Cambiar la pregunta para ser feliz

 

Conclusión

 

Ante la pregunta ¿cómo cambiar mi vida para ser feliz?,

pregúntate mejor, ¿cómo puedo cambiar yo, en mi vida, para ser feliz?

Esto va de eso, de poner nosotros de nuestra parte cada día.

De dar gracias por todo lo que tenemos

y seguir creciendo personalmente para disfrutar de ello

sin soñar con una vida que no es la tuya.

¿Qué me dices?

¿Te sientes reflejado en estas dudas sobre la felicidad?

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Aprender a observar tu realidad presente según la práctica Mindfulness

 

La mayor enseñanza que te ofrece la práctica continuada de meditación Mindfulness es conseguir una nueva forma de observar tu realidad. 

El prisma desde donde miramos cada experiencia, cada persona, cada situación de nuestra vida es el primer motivante de nuestra sensación de bienestar o malestar. Sobre todo si estamos ante una situación desafiante como puede ser una enfermedad.

Hoy vamos a ver, que no todos miramos de la misma manera y que si no te hace bien la forma en la que tú observas tu realidad, igual podemos cambiarla.

Observar es conectar con la experiencia, y si no lo ponemos en práctica nos podemos perder muchos elementos de tu día a día, que se pueden convertir en señales o incluso en pequeñas cosas que nos hacen feliz.

 

¿Qué elementos influyen en lo que observamos? 

 

Para poder cambiar la forma de observar antes tenemos que tomar consciencia de cómo estamos observando nuestra realidad. Porque según lo observemos cambiará nuestra relación con nuestra experiencia.

La relación con tu experiencia está basada en los pensamientos, emociones y sensaciones que provocan en ti.

Como ya ha dicho Mario Alonso Puig,

“es en el cuerpo y no en el pensamiento donde habita la vida”

Pero las emociones y por debajo de ellas las sensaciones corporales, son las que motivan nuestros pensamientos. Así que imagínate si es importante la forma de observar cada situación.

Si yo estoy en medio de una situación desagradable, puede ser una tarea que me sea muy pesada, ésta me puede llevar a una fatiga física (sensación) que me está provocando asco a la tarea.

Entonces empiezo a rumiar con pensamientos negativos ante ello: “siempre me toca a mí hacer esta parte desagradable” “nadie viene a ayudarme a hacer esta tarea” ” voy a desaprovechar toda la mañana haciendo ésto que no me corresponde a mí”.

Las cuales hacen que yo esté observando de forma sesgada mi realidad. Me estoy aferrando a un pequeño porcentaje de la percepción total de mi realidad. Y me puedo perder muchas cosas.

 

Observar en modo mindful

 

¿Me sirve de algo ver de esta forma mi realidad? A primera vista parece inevitable. Pero yo puedo aprender a observar de una forma distinta.

Otra forma de observar es hacerlo desde lo que los demás te han enseñado o te muestran. Está bien seguir patrones de conducta pero hay veces que tú no lo ves así, o puedes que lo veas, pero que también compruebes si sigues observando, miles de elementos que antes no veías, y si no tomas consciencia de ello te dejas llevar por cómo los demás ven las cosas.

 

Tipos de observación

Puedes hacer una prueba.

Pon delante tuya un elemento decorativo que haya en tu casa. Puede ser un jarrón, un cuenco, un plato labrado. Algo que sea parte de tu casa pero que no le sueles prestar atención.

Observación del exterior

Ahora fíjate en su forma.

En su color.

En el material del que está hecho.

En el espacio que ocupa.

Hasta aquí lo estamos observando desde el exterior, desde lo objetivo.

Observación desde nuestro interior hacia el exterior

Pero si ahora pensamos desde nuestro yo interior hacia el exterior, podemos ver cómo me relaciono con el objeto, qué representa, de qué manera está hecho, qué habrá sentido el creador del objeto.

Esta es una segunda forma de observar la realidad. 

 

Observación de mi interior

 Otra observación es la que te muestra qué sientes ante este objeto, cómo lo estás observando, qué pensamientos te trae mirarlo.

Esta es la meditación en sí misma.

Por eso tenemos que aprender a observar nuestra realidad.

Ver que hay distintas formas de observar según cada persona que lo haga, nos hace ver una gran diversidad de opiniones que aporta grandeza a nuestras relaciones.

Pero también puede provocar muchas diferencias y rencillas si no lo admitimos como un valor en vez de un elemento que nos separa.

Empeñarnos en que todos vean cualquier objeto o experiencia desde nuestro punto de vista es agotador. 

La práctica Mindfulness promueve la observación desde una mente de principiante, de aprendiz, de no traer a tu experiencia presente todos los sesgos que puedas tener sobre eso que estás mirando. 

 

Aprender a observar desde el modo “mindful”

La meditación Mindfulness desarrolla la sabiduría de cada uno porque, gracias a ella, observamos la experiencia de la mejor forma posible. Sin sesgos ni juicios.

Cuando tenemos alguna situación en la que tenemos que tomar una decisión, ésta dependerá de lo que hemos observado y cómo lo hemos observado. Porque eso es lo que integramos como nuestra experiencia.

Si observamos algo desde el modo “ser” será la visión más neutra y amplia. Para que después nuestra mente pueda hacer razonamientos desde el modo “hacer”

Aunque luego será inevitable que haya juicios, pero siendo conscientes de ellos y teniendo otras alternativas más neutras.

Con el mindfulness vas entrenando a tu mente a darse cuenta antes de que estás observando desde el juicio, y preguntarte ¿hay otras alternativas a este punto de vista? Y así lograr poco a poco que esos juicios estén menos presentes.

En definitiva observar lo que tienes delante con la humildad de no saber lo que vas a recibir, con mucha paciencia, pendiente a los detalles que te ayuden a ser más exacto, con mucho silencio interior que te permiten llegar a tu sabiduría y con la empatía necesaria para tener en cuenta desde donde se ha creado esa experiencia. Y todo ello desde una mentalidad abierta.

 

Conclusión

Para entrenar la atención hay que empezar por la base: una correcta observación.

El mindfulness te enseña a hacer de la observación la herramienta más poderosa de tu vida.

Porque permite sacar de tu interior la sabiduría, calma, y mentalidad más beneficiosa para ti.

Para tus decisiones de vida, donde tus valores entren como punto decisivo cuando eliges lo que quieres que esté en ella.

Con humildad y mente de principiante para aprehender cada detalle de lo que vivimos. 

Te animo a que lo intentes, observar de una forma nueva. ¿Te apetece intentarlo?

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Falsos mitos que te impiden conocer la meditación y cuidar nuestro interior

Cuando alguien piensa en la meditación, en seguida aparecen en su mente falsos mitos que hemos oido durante años sobre ella.  

Desde hace unos años para acá, y más aún después de la pandemia, ha proliferado mucho la práctica de la meditación, sobre todo la de Mindfulness o atención plena, en nuestra sociedad occidental.

Hay nuevas investigaciones que cada año se van sumando a todo lo que ya se sabía sobre los beneficios de este hábito en cualquier persona, pero aún así, hay mucha gente todavía pensando que no es para tanto.

Si tú eres de aquellas que no saben muy bien de qué va todo ésto, te quiero ayudar a ver lo que no es verdad dentro de la práctica de la meditación. 

 

Los falso mitos que te impiden empezar a meditar

 

“No tengo tiempo”

La eterna excusa para no empezar a meditar es la falta de tiempo. “Yo es que no puedo hacer las cosas deprisa para irme a otro lado, yo necesito mucha tranquilidad”. Precisamente eso es lo que te va a enseñar la meditación, a ser capaz de hacer pausas entre bloques de tareas, en los que en unos minutos puedes volver a traer la atención, de una forma determinada y muy beneficiosa para tus miles de ocupaciones cada día. 

Se puede meditar desde 3-5 minutos al día hasta el infinito que tú quieras y puedas. Está claro que mientras más mejor, pero no hay un mínimo de tiempo que tengas que bloquear para ello. 

 

“Eso de dejar la mente en blanco no va conmigo”

Hay una falsa creencia de que meditar es dejar la mente en blanco y no pensar en nada. Eso es imposible.

Ya sabemos que la mente siempre está funcionando, incluso durante el sueño. Así que en ningún caso se relaciona la meditación con la mente en blanco.

La idea equivocada puede que venga de una vaga descripción de la actividad de tu mente en modo “ser” y no en modo “hacer”.

Lo que sí intentamos con la meditación es que la mente no se dedique a rumiar todo tipo de pensamientos inútiles para tu momento presente. Eso sí se puede entrenar durante la meditación.

 

“A mí se me va la cabeza todo el tiempo y no me concentro”

Es muy normal que la atención se disperse entre mil cosas. Esto es un entrenamiento gradual. Al principio podrás guiar a tu atención poco tiempo, y cuanto más ejercites la atención plena, irás viendo mayor cantidad de tiempo en la que es posible llevar la atención a donde tú quieres.

Pero incluso a los meditadores más expertos se les va la atención en algún momento a donde no quieren. No somos perfectos, y además el simple hecho de darte cuenta que se te va la atención a otro momento ya es positivo, porque estamos tomando consciencia de lo que pensamos. Y eso ya es un paso gigante.

 

“Yo prefiero dejarme llevar a lo que la vida me proponga”

 “A mí me gusta pensar y dejarme llevar por mi imaginación y mis sueños”. Una cosa no está reñida con la otra. El tiempo de meditación es bueno para muchas cosas, pero sobre todo para el autoconocimiento.

Durante esos minutos en los que te dedicas un tiempo de silencio, incluso puedes aprender muchas cosas de ti que te pueden servir para tus sueños y tus aspiraciones.

Es verdad que una vez que empiezas te ayuda a disfrutar más de los momentos presentes y no dejarte llevar por tu mente inquieta. Pero también tendrás tiempo en tu soledad de llevar tu imaginación a donde quieras.

 

Soñar despierto

 

“Si me quedo en silencio me entra mucha pena”

Es verdad que uno de los beneficios de la meditación es ayudarnos a expresar las emociones. Ya sean agradables o difíciles. Y está bien.

Las emociones te enseñan a ver si hay algo que necesitas y que puedes buscar para ser feliz. O al menos para mejorar tu situación actual.

Pero también te fomenta la gratitud en tu vida, ver todo lo bueno que tienes a tu alrededor, aunque no sea muy llamativo. 

 

“Yo prefiero ir a terapia cuando me haga falta”

“Yo cuando me encuentro muy mal psicológicamente voy a terapia y listo”. Una cosa no está reñida con la otra.

Es más, los psicoterapeutas recomiendan la meditación, y muchos de ellos la practican, algunos incluso en sus sesiones con los pacientes. 

De cualquier forma, las herramientas para mejorar tu bienestar son complementarias a la terapia, y las refuerzan haciendo que los resultados aparezcan antes y sean más duraderos.

 

“Yo soy católica y no tengo nada que ver con las religiones orientales”

La meditación, si bien la iniciaron los budistas en mayor medida, no es una práctica religiosa estrictamente.

Es verdad que la forma de orar en todas las religiones es una especie de meditación. Un tiempo de silencio en el que hablas con el Ser superior en el que tú crees, y le abres tu corazón.

Tienen mucho en común, pero la meditación tiene una serie de connotaciones de preparación de tu mente y tu interior que la oración no requiere, al menos la católica que es la que yo conozco y practico. 

De hecho en los últimos años que llevo practicando meditación casi a diario, vivo más intensamente mis momentos de oración con Dios. Me ayuda a tener más enfocada la atención en el momento presente de oración y estar menos dispersa.

 

Falsos mitos sobre la meditación y el cuidado interior

 

Otros bloqueos que te impiden cuidar tu interior

“La compasión es para los que no toman acción”

“Compadecerse de uno mismo es convertirse en víctima y no hacer nada por mejorar”. Para nada.

Al contrario, tratarse con cariño cuando tienes una situación difícil en la vida es lo primero que podemos hacer antes de empezar a dar pasos para cambiar tu actitud. Así que en las herramientas que yo proponía la semana pasada, una de ellas fundamental es la compasión con uno mismo y con los demás.

 

“Yo no sé escribir ni dos líneas”

Entre las herramientas beneficiosas para relacionarte con tus emociones está la escritura libre. A esa me refería cuando hablaba de ella, a esa que no se valora como bien hecha o mal hecha.

Ese tipo de escritura sale casi espontáneamente de tu mano, como si la mente y el corazón fueran guiándola de forma natural. No hay reglas para escribir tus reflexiones. Nadie lo va a leer si tú no quieres.  

Conclusión

Todos los falsos mitos que tiene el ejercicio de meditación se deben a no conocerla, o a no haber querido intentarlo.

Y los bloqueos para sentarte cada día y cuidar tu interior como primer paso para vivir más feliz tampoco ayudan.

Aquí solo he traido los más relevantes, pero como todo lo que revoluciona de algún modo, siembra muchas dudas, y es normal.

Te invito a que conozcas mejor la meditación y el resto de las herramientas que te propongo para tu salud mental, antes de empezar a practicarla.

Y si necesitas alguna información más, déjanoslo en comentarios,

¡nos encanta leerte!

Las 3 herramientas más útiles para tratar con tus emociones difíciles

 

Tratar con tus emociones difíciles es necesario para tu bienestar. Ya hemos visto que todas las emociones son necesarias y además inevitables, así que lo más sanador es acogerlas y no luchar contra ellas. Pero no es fácil, lo sé.

En una situación de dolor o sufrimiento, como es una enfermedad, aparecen más emociones de este tipo que las que son agradables, así que todo lo que pueda servir para conocerlas y acogerlas te hará pasar tu enfermedad más tranquila y, lo mejor de todo, con la mejor actitud posible ante los momentos difíciles.

Vamos a ver cuáles son los mejores recursos para transformar nuestra relación con las emociones difíciles y poder tener un bienestar emocional, incluso en situaciones de dolor.

(Por supuesto cabe decir que todo lo que yo te ofrezco es complementario a acudir a un profesional de la salud mental si lo necesitas). 

 

Las 3 herramientas más útiles para tratar a tus emociones

 

Puede haber distintas formas de llegar a un bienestar emocional, todas son buenas, pero en este artículo yo te propongo las que me parecen más útiles. Las he probado durante un tiempo suficiente para notar su efecto en mí, y espero que también en los que me rodean, si hay algo evidente cuando estás bien emocionalmente es que se extiende a tus relaciones.

Todas se complementan, al menos para mí. Una no estaría al cien por cien si no se nutre de las otras. Estas 3 herramientas son: mindfulness o atención plena, autocompasión que amplía los beneficios del mindfulness y la escritura terapéutica para volcar tus reflexiones después de tus prácticas de meditación.

INFOGRAFIA 3 HERRAMIENTAS EMOCIONES

 

Mindfulness

 

El órgano cerebral que está detrás de la respuesta emocional es la amígdala, y el neurocórtex es el que hace que haya un proceso racional entre la activación de la amígdala y la reacción impulsiva ante cualquier situación estimulante. Es decir, la amígdala en principio se activa para protegerte, y el neurocórtex es el que analiza si verdaderamente hay que reaccionar o no.

Así que el primer paso para relacionarte con tus emociones de una forma sana es conocerlas e identificarlas, sin hacer que se active nuestro sistema de alarma o cuidado.

Y para eso la mejor herramienta es el mindfulness o la práctica de la atención plena. Durante la meditación aparece una conexión con tu interior en la que se consigue poco a poco, ser conscientes de lo que estamos sintiendo en ese momento.

A base de entrenar y ejercitar nuestra mente respecto a esos momentos de sufrimiento, somos capaces de explorar lo que sentimos en el cuerpo, darle nombre a las emociones, e incluso tolerarlas cuando aparecen, sin luchar contra ellas ni evitarlas.

Porque lo que ya sabemos es que la emoción se va a expresar de alguna forma u otra. Si la evitas o te resistes, se quedará bloqueada en alguna parte de tu cuerpo. Por lo que mientras más te habitúes a practicar este tipo de meditación tendrás más consciencia de tu cuerpo y podrás identificar mejor las emociones.

 

La autocompasión

 

Este recurso que es tan ignorado es y tan poco valorado, es de los más importantes ante las emociones difíciles.

En un primer acercamiento a la autocompasión te podría decir que si ya estás sufriendo por algo, lo último que necesitas es automachacarte más por ello y no tratarte como lo harías con un ser querido.

Pero eso es lo que llevamos haciendo desde que somos pequeños. Nuestra voz autocrítica empieza a funcionar en el momento que aparece una emoción difícil en tu vida. Con la autocompasión logramos cambiar a una voz compasiva, ésa que utilizarías para consolar y comprender a cualquier ser querido que sufre.

Cuando usamos las afirmaciones positivas en nuestros momentos de bienestar, pueden ser afirmaciones de tipo enunciativas: “hoy voy a conseguir lo que quiero”,” tengo confianza en mí misma”, o cualquier otra que tú uses para tus objetivos.

Pero cuando hay una situación llena de emociones difíciles, las afirmaciones que mejor nos vienen son las desiderativas, las de deseo, “que yo consiga ser feliz”, “que yo sea hoy querida”, u otra parecida.

Porque lo más compasivo que podemos hacer por nosotros mismos es satisfacer lo que necesitemos en cada momento. Para ello durante tus meditaciones hay una pregunta importante que nos revela mucho de nosotros y nuestro dolor: ¿qué necesito yo en este momento?

Es por ello que el mindfulness está muy relacionado con la autocompasión, para saber lo que necesitamos y satisfacerlo es imprescindible sentarnos a practicar y ver nuestro interior para conocer nuestras necesidades.

La autocompasión puede ser cognitiva, porque normalmente tenemos pensamientos acordes a las emociones que sentimos. Si tenemos emociones difíciles, pensamos de manera negativa. A través de la meditación podemos contemplar la emoción sin añadirle pensamientos rumiativos que no ayudan a tu situación.

 

La escritura terapéutica

 

Aquí aparece el tercer elemento que ayuda a traer a la consciencia tus emociones: la escritura terapéutica.

Tus reflexiones después de meditar, tus relatos de lo que piensas en esas situaciones difíciles para ti, unido a los otros dos recursos, se convierte en algo sanador.

Ahora con tus emociones identificadas y tu voz compasiva, es muy beneficioso que recojas de forma más racional, todo lo que has vivido en tus situaciones difíciles, en tu día complicado, pero ya desde una postura más alejada de tus emociones.

Eligiendo razones y pensamientos que te ayuden a avanzar en tu proceso, sin magnificar pequeños obstáculos que se nos aparecen a todos y sin catastrofizar cualquier posible futuro, según situaciones pasadas que hacemos recurrentes.

Lo puedes hacer en forma de páginas matutinas, como propone Julia Cameron, o lo puedes hacer en un diario de meditación que puedes hacerte en un cuaderno, o con la plantilla que te ofrezco (puedes pinchar en la foto y descargarte el pdf)

 

 

 

Plantilla de atención plena

Conclusión

No es aconsejable luchar y evitar tus emociones difíciles. Todas son necesarias e inevitables.

Lo que sí puedes es mejorar tu relación con ellas y que no se hagan dueñas de tus conductas y respuestas.

Para ello hay que entrenar poco a poco, en el gimnasio que te recomendé la semana pasada.

Con las tres herramientas que mejor te pueden ayudar: meditación Mindfulness, autocompasión y escritura terapéutica.

Son complementarias a cualquier proceso terapéutico que quieras seguir.

Te animo a que las pruebes.

¿Te gustaría que profundizáramos más en el proceso?

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